Por: Ricardo Torres

Con más de 500 niños y niñas entre los nueve y 16 años de edad en escena, provenientes de coros infantiles de Bogotá, Antioquia, Santander y el Tolima, concluyó con gran éxito la edición número 18 del evento Los Niños al Encuentro de la Música Colombiana, realizado en Ibagué durante los días :::.

El trabajo con las niñas y niños, con los jóvenes y adolescentes, resulta ser siempre una experiencia vital para sus participantes y las audiencias. Hay algo en sus voces, tan parecido a la alegría y al entusiasmo, que contagian y reafirman compromisos.

Y que sean precisamente las niñas y los niños los que den apertura al Festival Nacional de la Música Colombiana, dota al certamen de una coherencia con su propuesta, que parte de la conservación y expansión del legado de las músicas tradicionales colombianas y deposita en ellos la seguridad de que la diversidad de los aires musicales se sigan interpretando.

Detrás de los centenares de niñas y niños que se presentaron en el Centro de Convenciones Alfonso López Pumarejo, epicentro del encuentro, subyace el trabajo de los directores musicales y artísticos, hombres y mujeres que, a través de su labor pedagógica, con voluntad y compromiso, siguen sosteniendo una memoria que nos dota de identidad, referencias culturales y sentido de apropiación por nuestro patrimonio inmaterial.

La música transforma. Es evidente para quienes participan de ella como hacedores e intérpretes y también para las audiencias. Así lo describe la maestra Diana Mileydi Bonilla Orjuela, coordinadora del encuentro.

“La música tiene un poder que transforma, que hace más sensibles a las personas, humaniza más a la sociedad en general, y esa tarea comienza a hacerse desde una edad temprana, les otorga a las niñas y niños la capacidad de pensar más en el otro, a trabajar en equipo, a construir una hermandad”.

Aunque no lo garantiza, el trabajo en estas edades sí les otorga a los niños herramientas para que en adelante, cuando sean jóvenes y esos jóvenes se conviertan en adultos, sean más responsables y desarrollen un sentido de pertenencia por su cultura y la región.

La inclusión es un elemento que siempre está en juego cuando hablamos de semilleros infantiles, de músicas, de conservación y memoria, particularmente cuando esos trabajos intentan impactar en poblaciones vulnerables.

Muchos de los esfuerzos que la Fundación Musical de Colombia hace en ese sentido, con los Jardines Musicales y los semilleros, como los que también realizan otras instituciones en la región y el país, trabajan en proyectos concretos en comunidades en las que el encuentro con las músicas tradicionales, la enseñanza del canto y de la interpretación de instrumentos, cumplen una labor transformadora y definitiva para los jóvenes.

Ese es el caso del proyecto Sentido sonoro, creado y dirigido por el maestro Jorge Rosas, que intenta unir a la población sorda con la oyente, enseñando el lenguaje de señas a niñas y niños oyentes.

“La principal barrera que tiene la población sorda es que la sociedad no sabe o desconoce la lengua de señas, para lo que creé un proyecto que se llama Señas de mi folclor, que consiste en enseñar vocabulario de lengua de señas a niños oyentes. En la primera fase del proyecto compuse unas canciones con ritmos tradicionales colombianos y comencé a ir a los colegios a enseñar ese vocabulario de lengua de señas, en la segunda parte del proyecto incluimos al Itsor, el colegio para población sorda en Ibagué y, de la mano con ellos, organizamos el primer coro inclusivo de la ciudad”, comentó Rosas.

Sobre el escenario confluyeron niños sordos y oyentes, produciendo una sinergia, interesante e inclusiva, en la que, con el apoyo de los coros de la Universidad del Tolima, el grupo interpretó canciones del folclor nacional.


 

 

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Formas como estas, que sensibilizan a la población oyente acerca de la importancia de aprender el lenguaje de señas como un signo de inclusión, pasaron por el escenario del evento que este año llegó a tener la participación, en total, de 539 niñas y niños.

Los formatos que se presentaron durante los tres días que duró el encuentro, que estuvieron entre lo coral e instrumental, volvió a poner sobre la mesa la importancia y el valor que tienen los proyectos musicales que trabajan la formación integral.

Las voces de los niños cuentan. Son ellos los que con su canto e interpretaciones, iluminaron los escenarios del festival una vez más. También sus palabras llevaron mensajes propositivos y alentadores.

“Desde preescolar me ha gustado la música, porque es como un arte y un momento en el que uno se puede liberar. Yo quiero decirles a todos los que quieren aprender sobre la música, que si quieren y pueden no dejen de hacerlo”, dijo Oliver Díaz Niño, quien interpreta el violín y tiene 11 años de edad.

Y la niña Sara Sofía Vargas Orta, intérprete del violín bajo la tutela del maestro Daniel Oviedo, agregó, después de comentar que, cuando subió al escenario, temblaba: “Que no se pierda la tradición de tocar música”.

Decir Los Güipas, es decir ‘Totoya’ Noreña. La música, pedagoga, cantante y directora de este proyecto de formación musical, con una amplia trayectoria regional y nacional, valora, en términos de la circulación de la música, la participación de los medios de comunicación que difunden las músicas tradicionales y las voces de quienes hacen parte de los grupos infantiles y juveniles.

“Siempre necesitamos difundir nuestra música colombiana y que mejor que con los trabajos de los niños, entonces que los medios estén atentos a lo que pasa con el festival y con los más pequeños, es muy valioso para ellos y su proceso formativo”, comentó la creadora de formaciones infantiles y juveniles como Tutti fruti, Crayola y Los Güipas, que están cumpliendo 22 años de trayectoria.

Para cada director o directora musical, es un orgullo poder llegar a escenarios como el del Festival Nacional de la Música Colombiana, en especial para sus alumnos, ya que los escenarios van dándoles la experiencia vital que los motiva a seguir construyendo un camino en la música.

Este es el caso de la maestra Diana Carolina Montaña, directora del coro infantil y juvenil de la Universidad del Tolima. “Gracias al repertorio que elegimos de compositores de nuestra tierra como los maestros César Augusto Zambrano y Jorge Humberto Jiménez, podemos decir que estamos en el camino para que nuestros integrantes aprendan a conocer y amar nuestras raíces”, aseguró la maestra.

Los niños tienen el derecho a cantar, a encontrar en las músicas tradicionales colombianas un espacio de reconocimiento con el paisaje sonoro, con las culturas que representan. En ese sentido, escenarios como el de Los Niños al Encuentro de la Música Colombiana, propician un diálogo entre ellos y sus directores, que coinciden en señalar que estos son espacios que deberían multiplicarse.

“Estamos muy orgullosos, muy complacidos y muy felices, ojalá que se pueda repetir esta oportunidad. Un encuentro de niños cantores de músicas tradicionales colombianas es algo que se debe expandir por todo el país, los niños deben cantar nuestras músicas, ricas en letras y valores”, aseguró Jhon Anderson Carvajal, director del coro Nievitas Amador del Liceo Colombia de Ibagué.

Si bien es cierto que, localmente, directores y directoras musicales de los coros infantiles y juveniles de la ciudad pueden llegar a mantener un diálogo más o menos fluido, en razón a compartir el mismo territorio, bien vale la pena reflexionar y tomar acciones para generar espacios en los que ese diálogo se fortalezca y permita trabajos conjuntos y la transferencia de experiencias entre ellos y sus formaciones vocales e instrumentales.

También es importante anotar que la mirada a otros municipios del departamento, para conocer los trabajos que desde esos territorios se hacen, tengan los apoyos suficientes, la valoración y el reconocimiento necesario, es una materia pendiente, que por supuesto no depende de la Fundación Musical de Colombia, pero si de la sinergia entre gobernación y alcaldías, y particularmente de sus áreas de cultura. Hacer valer el nombre de ciudad musical y el de un territorio diverso y rico en tradiciones, es vital para las infancias y adolescencias de la región, para su desarrollo y crecimiento.

Si en algo coinciden las voces de las niñas y niños que se presentaron en el marco del encuentro, es en reconocer que su acercamiento a la música y tener la oportunidad de subir a un escenario, para representar a su coro o institución educativa, constituye un escalón más en la búsqueda y construcción de sus sueños.

“Para mí la experiencia de participar en el encuentro ha sido muy significativa ya que la profesora Lorena Cortés (directora del coro infantil de básica primaria del Colegio Santa Teresa de Jesús) siempre me ha tenido en cuenta para estos eventos…gracias a toda mi familia, a Dios y a todos los niños les diría que nunca se rindan, que sus sueños pueden ser realidad”, dijo María José Sarmiento Herrera, estudiante de la institución.


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Para otros es una manera de enfrentar el miedo escénico. De ponerle cara a pararse en un escenario y vencer el vértigo de sentir que la multitud te está mirando atentamente. Ese es el caso, por ejemplo, de la niña Maira Alejandra Triana, de 13 años de edad, intérprete de la flauta traversa e integrante de la Escuela de Música Tradicional de la Casa de la Cultura del municipio de Coyaima, dirigida por el maestro Iván Ceballos.  “Me siento muy orgullosa de haber estado aquí con mis compañeros representando la música del Tolima, ha sido una experiencia muy bonita, un poco nerviosa pero me quité el miedo de tener a tanta gente al frente mirándome”, dice la adolescente con una sonrisa tímida, llena de ilusión.

Con nerviosismo, inquietante, pero siempre presente a la hora de subir a los escenarios, al momento en el que las luces se encienden y el director da la orden para que la obra, pieza o canción, comience a interpretarse, pasaron por el escenario de la décima octava edición de Los Niños al Encuentro de la Música Colombiana, un importante número de agrupaciones de la región como: Coro Infantil de la Universidad del Tolima, Coro Rayitos de Luz, Coro Voces Dulces y Dueto Danilú de la Institución Educativa Técnica Musical Amina Melendro de Pulecio, el Coro Prejuvenil del Conservatorio del Tolima, el Coro Infantil Itsor, el grupo coral Los Güipas, el Coro de la Institución Educativa Santa Teresa de Jesús, Coro Nievitas Amador, del Liceo Colombia; Güipas Dúo, la Orquesta Sinfónica Infantil del Liceo Musical Santa Cecilia, la Orquesta Filarmónica de Comfatolima y la agrupación Escuela de Música Tradicional Dionisio Marín Bríñez, de Coyaima.

Acompañaron esta versión del evento formaciones de otras regiones del país como: ¡Canta, Bogotá Canta!, dirigido por la reconocida maestra María Teresa Guillén, el coro infantil y juvenil Los Cachaquitos, dirigido por la maestra Valentina Martínez. Los coros de la capital antioqueña Chicos Cantores de Medellín de la Fundación Cajita de Música y el Coro Infantil Piccolo. Y de la ciudad de Bucaramanga visitó el festival la agrupación Coro Infantil EMA.

 Los repertorios abundaron en las interpretaciones de guabinas, bambucos, pasillos, cumbias, pasajes, porros, sanjuaneros y cañas, una muestra amplia y diversa, con arreglos corales e instrumentales, que dan cuenta de la riqueza del legado de las músicas nacionales y del trabajo de compositores de la tierra como Cantalicio Rojas, César Augusto Zambrano, Jorge Humberto Jiménez, Leonardo Laverde, Luis Enrique Aragón Farkas; y nacionales como José Barros, Lucho Bermúdez, León Cardona, entre otros.

El encuentro es el resultado de un proceso, del trabajo persistente, no sólo de la Fundación Musical de Colombia, sino también, de las instituciones educativas de la ciudad. De los grupos independientes, de las universidades, de personalidades, músicos y músicas que han entregado su vida a la formación de varias generaciones que, junto a ellos, han reconocido en las músicas tradicionales un espacio desde el cual transformar sus vidas. Así lo ratifica la maestra Diana Mileydi Bonilla Orjuela, coordinadora del certamen.

“En Ibagué tenemos la fortuna de contar con una buena formación a través de los dos conservatorios, la mayoría de maestros que estamos en los procesos hemos sido formados en los dos conservatorios. Ponerse al frente de los niños, en cualquiera de los formatos, implica una gran responsabilidad, ya que somos la primera estimulación musical que los niños están recibiendo, de ese trabajo depende mucho el amor y sentido de pertenencia que ellos sientan por sus raíces musicales y culturales”.

No podríamos cerrar este acercamiento a lo ocurrido en el encuentro, sin mencionar la tarea del maestro César Augusto Zambrano, director musical del festival. Alguien que, a lo largo de su reconocida trayectoria, ha dispuesto todo lo que está a su alcance para que las músicas nacionales se mantengan como un ecosistema vivo y en expansión, en el que las infancias y adolescencias encuentren una manera de vivir, de estar en el mundo, de reconocerse en ese diverso patrimonio inmaterial.

“Educar a niños y jóvenes nos abre los ojos al mundo y nos compromete en seguir trabajando para que las músicas tradicionales colombianas, sin distinciones de región, puedan seguir interpretándose por treinta o cuarenta años más”, concluyó el maestro.

marzo 20, 2023