Película: Ruido de fondo
Título original: White noise
Director: Noah Baumbach
Duración: 136 min.
Netflix, 2022

“Baba hizo pollo enchilado para cenar. Que a papá le encanta. Él mismo dijo: ¡calma, el penacho no vendrá para acá!, pero no era un penacho, si no un evento tóxico suspendido. Empacamos con prisa y corrimos al auto para descubrir que llegábamos tarde a la evacuación (¿en serio todo esto pasó?). La lluvia golpeaba el techo de nuestra camioneta. Pip, pip, pip. Nos embotellamos al dejar la comodidad de los sicomoros y los setos. Papá buscaba información en la radio. Los autos hacían fila en la autopista cual fichas de dominó iluminadas. Pasamos junto a gente necesitada. Se formó un vínculo tácito con nuestros colegas viajeros. Luego, un choque. Un auto se volcó en la carretera. La gente corría (¿ay!, esas pobre personas). Se nos ordenó avanzar; no pudimos más que observar con compasión y sorpresa”.

Una amenazante nube de químicos mortales altera la vida cotidiana de la gente de una tranquila comunidad americana: la amenaza genera orden de evacuación -¿alguien vio mi pasamontañas? -la gente gasta inútilmente muchos movimientos – ¿estamos todos? – los demás ya se fueron -vamos tarde.

El caos reina en la desbandada y no falta el tradicional bote de basura chocado a la hora de la reversa de los autos frenéticos. Son los años ochenta y no hay rasguños en los bómpers metálicos: un reguero de botes de basura en la población desolada hace el guiño cínico al cine de catástrofes gringas: a medio camino entre la tragedia genuina y el lugar común del cine negro: risas y muerte.

Todos temen a la muerte, ya en forma de amenaza apocalíptica, ya en forma de fin del sueño, que requiere un ruido blanco para conciliarse, en medio del bullicio que surge del parloteo erudito de los académicos, de la cháchara del supermercado o de la algarabía de la familia.

«La familia es la cumbre de la desinformación mundial». Y también es el refugio al caos, lo que le da sentido a la identidad personal y la base del orden social que no se puede alterar. Es la familia americana de los años ochenta con sus juguetes de última tecnología: binoculares, radiocasetes, televisores full color. Todos caben en la station wagon y van unidos, con sus miserias y sueños, al desastre.

«De cierta sensación persistente de ruina a gran escala, seguimos inventando la esperanza». Y aquí es donde esperamos, juntos (primer plano a la familia franqueando las puertas del hipermercado).

Noah Baumbach ya había recorrido con Adam Driver los entresijos del matrimonio con las consabidas escenas de celos y el desequilibrio familiar. Ahora nos presenta en más de dos horas de relatos una lúcida reflexión de los miedos del ser humano a la muerte y a la pérdida del sueño, que es otra forma de muerte, en medio de la arrogancia de la vida universitaria y la apacible vida de un pueblo pequeño. Divertida, mordaz, trágica y a momentos sublime. Aproveche esta película para escuchar sus propios ruidos de fondo.

 

enero 12, 2023